viernes, 26 de octubre de 2012

La historia del degollamiento de los Giles de Cáceres.


Esta historia está recogida en el testamento en uno de los familiares de la familia Gil, y he aquí mi visión de los hechos.

              D. Pedro I, el cruel.(F.I.)       D. Enrique II de Trastámara (F.I.)

A la muerte del rey don Alfonso XI, sus hijos el rey D. Pedro I, apodado el cruel y D. Enrique, conde de Trastámara y futuro Enrique II, intentan ganarse la fidelidad de las villas en su lucha por el reino. Es el año 1337 de nuestro Señor Jesucristo, en esa lucha, el alcázar de Cáceres es un enclave importante, por ello el Concejo deciden bajo acuerdo de ambos monarcas, y por seguridad entregar la Villa de Cáceres en custodia a dos caballeros de la familia Gil (unos dicen que eran tío y sobrino, otros que eran hermanos), manteniendo así la neutralidad de la Villa mientras los monarcas dirimen sus diferencias. 
“Por orden del Concejo de la Villa de Cáceres y bajo el consenso del rey D. Pedro I y D. Enrique se hace entrega de la Villa de Cáceres a los caballeros aquí presente de la familia Gil, para que la guarden en custodia junto con sus habitantes y no la entreguen a nadie a menos que vengan enviados por ambas partes en conformidad y en paz.”

“Ante Dios mediante que así se hará, nuestro honor ponemos en ello.” -Juraron los Giles.-
Y así estuvo la Villa un tiempo, permaneciendo neutral y no rindiendo pleitesía a ningún monarca.
Pero un día, aprovechando, que el rey D. Pedro I se hallaba en Sevilla tratando asuntos reales, el cacereño Gómez Tello, influyente noble de la Villa y partidario del rey D. Pedro, decide partir a su encuentro. Una vez en Sevilla pide ser recibido por el rey en audiencia, y ganándose su favor, instiga y anima al monarca para que parta hacia Cáceres y pida a los Giles que le entreguen la Villa. El rey reúne a sus huestes y parte hacia Cáceres.

Antiguo solar del alcázar, hoy Palacio de las Veletas de Cáceres


Ya en Cáceres Gómez Tello se reunió con los Giles que se hallaban en el alcázar almohade que estaría situado el lo más alto del recinto amurallado, donde se erige ahora la Casa de las Veletas o Palacio de los Duques de Fernán Núñez. Y así les dijo:
“Por orden del rey D. Pedro I, que se halla a las puertas, os ruego entreguéis el alcázar y la Villa, le juréis obediencia como vuestro rey que es y por ello muchas mercedes se os otorgarán.”

     Negáronse los Giles y así se lo hicieron saber:
“Obligados bajo juramento estamos a no entregar nuestra Villa, y fielmente lo cumpliremos aunque nuestras vidas vayan en ello. Caballeros y hombres de palabra y honor somos. Y así has de decírselo al rey D. Pedro.”

Y de nuevo habló Gómez Tello: “Advertiros  pues debo que mi señor y rey D. Pedro por la fuerza el alcázar tomará y como castigo por orden real seréis ambos degollados.”

 Informado de la negativa de los Giles de rendir el alcázar, el rey D. Pedro I junto con sus huestes entró en la Villa blandiendo armas y tomo al asaltó el alcázar, arrasándolo. Una vez conquistado y presos los Giles, los mandó llamar a su presencia:
“Se hace saber a todos los habitantes de la Villa, que los Giles, aquí presentes, serán ajusticiados y degollados por no mostrar pleitesía al rey D. Pedro I y negarse a entregarle la Villa de Cáceres. Por todo ello son considerados traidores a la corona y por orden real ejecutados. Cúmplase la voluntad del rey.”  -Gritó una voz-

“Que todo el mundo sepa que fuimos fiel a nuestra palabra como lo denuestran los hechos, y por ello se nos dará vil muerte. Morimos por nuestro honor. Ahora la justicia de Dios nos espera.”   -Alegó uno de los Giles.-

Y fiel a su palabra, el rey D. Pedro I, en plaza del alcázar mandó degollarlos y cortar sus cabezas como muestra de autoridad real.

En el año1369 d. C., reinando ya en España el rey D. Enrique II, los descendientes de los Giles en memoria de limpieza, por su fidelidad, lealtad y nobleza mandaron poner una inscripción en su sepultura de la Iglesia de San Mateo (bajo armas de los Alcocer) que reza: “Esta es la casa de los Giles”
Iglesia de San Mateo de Cáceres.

El alcázar fue destruido en 1465 por Enrique IV en una nueva guerra de sucesión entre hermanos, otorgando dicho monarca licencia para utilizar sus piedras y edificar su casa sobre dicho solar a su fiel amigo Diego Gómez, bajo promesa de mantener el aljibe árabe y respetando el ancestral derecho de los vecinos a surtirse de su agua


Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.


Escrito por:  Jesús Sierra


Autores Consultados:  Simón Benito Boxoyo

                                      Juan P. de Guzmán

                                                 Antonio Rubio Rojas

viernes, 19 de octubre de 2012

La leyenda del apellido Maldonado


            La familia Aldana procede de un linaje gallego noble y antiguo, que se remonta al rey de los ostrogodos Teodorico, que gobernó alrededor del año 507.
Armas del linaje de Aldana. (F.I.)

            Emigraron y se asentaron en Cáceres a finales del siglo XIV, donde Don Rodrigo Álvarez de Aldana compro casa en 1339, al casarse con Inés de Fernández de la Cámara Sotomayor. Con el tiempo nacería en esta casa Lorenzo de Aldana, hombre de confianza de Pizarro, conquistador de Perú.
             
              Pero, ¿cómo y porqué cambiaron su apellido de Aldana por el de Maldonado? He aquí donde comienza la leyenda.

            Unos afirman que el primero que llevó el apellido Maldonado fue Hernán Pérez de Aldana, otros que fue Nuño Pérez de Aldana. Sea como fuere, vivió en los tiempos del Rey Don Fernando II de León, y de su sobrino Alfonso VIII. Eran tiempos de Cruzadas, cuando sucedió un hecho que cambiaría el devenir de este linaje.

Casa de Aldana o Maldonado de Cáceres.
             
             Don Hernán Pérez de Aldana había caído gravemente enfermo en los avatares de su ajetreada vida, y como muchos otros enfermos emprendió un peregrinaje para su sanación a unos de los santuarios donde acudían miles de fieles a encomendarse. Salió de su Galicia natal con destino a las montañas de Cataluña, donde se hallaba la Virgen de Montserrat, Virgen de su devoción. El camino fue largo y arduo, tanto que hizo empeorar su enfermedad. El 8 de septiembre, festividad de la Natividad de la Virgen, llegan a la Iglesia donde en el ángulo izquierdo del templo es depositado en una cama, debido al agravio de su enfermedad, para ofrecer una novena a la Virgen por su curación.

            Como el templo se hallaba lleno de fieles para escuchar la liturgia, uno de los peregrinos de nombre Guillermo, Duque de Normandía; que después sería conocido como Guillermo I el Conquistador Rey de Inglaterra; sobrino del Rey Felipe I de Francia, no encontró otro sitio mejor para presenciar la litúrgica ceremonia que la cama donde se hallaba Don Hernán Pérez de Aldana dándose la libertad para ponerse de pie en la cama del susodicho. Agraviado Don Hernán Pérez de Aldana por la falta de educación y respeto, así le habló:
            “Os ruego a vuestra merced, por cortesía y amabilidad, pues por enfermedad me hallo yo postrado y vuestros pies me han incomodado, os busquéis otro lugar en este templo donde podáis mejor estar.”

A lo que con altanería el Duque Guillermo respondió: No te incomodarían si supieses que míos son y quién soy yo.” 

Si tú me conocieses, me hicieras más cortesía y con mas amabilidad responderías.” –Replicó el encamado Don Hernán.-

Pero, lejos de bajar el tono y ceder, volvió a contestarle el Duque: “Ocasión no debieras darme para que ponga mis nobles pies de modo que los sientas bien.”

Estas palabras acabaron de agraviar y enfadar al de Aldana, y con gran indignación, le espetó:
              
           “Os prometo que si esta mi Señora, Virgen de Montserrat, a cuya devoción acudí, me cura y sana de lo que padezco y me atormenta, iré a tomar enmienda de vuestra injuria cometida en su templo y casa.”

A lo que el Duque riéndose ante todos los presente que habían presenciado la escena hizo caso omiso. Y partió.


Guillermo, Duque de Normandía 1028-1087 (F.I.)

            Y quiso la Virgen que con el tiempo Hernán de Pérez de Aldana sanara. Y reuniendo en su casa a sus principales parientes dio queja del deshonor acaecido, y ofreciéndoles su ayuda tanto física como económica, partieron hacia Burgos a dar cuentas al Rey Don Alfonso. Dándole el Rey su favor y amparo, fue enviado ante el Rey de Francia como embajador, bajo premisa que siendo don Hernán noble y principal caballero podía desafiar y retar a duelo a cualquiera de los caballeros franceses, sin excepción alguna y bajo el amparo del Rey no permitiese fullería ni superchería alguna.

            Y partió hacia Francia Don Hernán junto con un grupo de los parientes más allegados. En la corte francesas son recibidos por el Rey Felipe I y los Grandes de Francia y ante tan majestuoso público relata el suceso antaño acaecido en el templo de la Virgen de Montserrat. El Duque Guillermo, que entre los presentes se hallaba, pidió permiso a su Rey para dirigirse al caballero español:
            “Pido a vuestra merced, que si mi actitud os ofendió en dicho lugar, os ruego me perdonéis, y aceptéis mi disculpas.”

            “Vuestra perdón aceptaré si arrodillado me lo ofrecéis, pues la ignorancia no os exime que vuestros pies pusierais encima de mi persona.” –Dijo el de Aldana.-  

            El Duque Guillermo, ofendido ante tales palabras negose en rotundo. A lo que Hernán apeló al Rey de Francia pidiendo un duelo por honor con el Duque:

“A vos majestad, Felipe I de Francia como noble y caballero que como yo vos soy, pido justicia; y como extranjero que soy, deberéis  asegurarme un campo de batalla digno. Y a vos don Guillermo, Duque de Normandía, os señalo armas y día para dirimir vuestra ofensa.”

Felipe I, Rey de Francia 1052-1108 (F.I.)

El día acordado a la hora señalada, ambos caballeros acudieron en sus caballos con arneses, lanzas, porras, espadas y dagas a luchar en buena lid. En un extremo montado en un caballo negro azabache Don Hernán Pérez de Aldana, portando en su escudo las armas de Aldana, que eran dos lobos de purpura en campo dorado y por timbre el lema “Ave María”. En el otro extremo Guillermo, Duque de Normandía en un caballo blanco.

Al son de fanfarrias de trompetas rompen lanzas al tercer cruce, es turno de porras, duros golpes se asestan, en un tremendo porrazo es herido en la cabeza el Duque Guillermo, cayendo al suelo. El caballero español saltando de su caballo, pone pie en suelo y desenvainando su espada se dirige hacia el caído caballero francés, cuando se dispone a cortarle la cabeza de un mandoble, el Rey francés arroja su cetro al suelo como símbolo de rendición e interponiéndose rápidamente en el campo de batalla los fieles del Duque dan por concluido el duelo. El caballero español altamente ofendido apela al Rey y grita:
“Majestad,  mi honor aún no se ha satisfecho, si justa ha sido la contienda, igual de justa la muerte al Duque le he de dar para mi honor vengar, la ley de la caballería así lo dispone. Mas si vos interferís y la vida le salváis obligado quedáis como Rey a darme una satisfacción a mi agravio.”

Y ambas partes así quedaron.

Un día en la feria por Rafa (F.I.)

Pasaron unos días y el Duque mejoró. Y a palacio Hernán Pérez de Aldana junto a sus parientes acudió, para que el Rey ante toda la corte con lo prometido en el campo de batalla cumpliese.
“Decidme entonces, que es lo que vos deseáis, que aquí os será concedido, hablad noble caballero.” – Dijo el Rey.-

            A lo que Hernán respondió: “Majestad, te pido que como traéis tres flores de lis por armas, me otorguéis que yo pueda traer cinco flores de lis.”

            Ante tal pretensión el monarca francés se ofendió, ofreciéndole a cambio riquezas, tierras y otras mercedes. Pero el caballero español hasta tres veces la misma petición al rey le hizo, añadiendo:
“No he venido a Francia por riqueza, sino a satisfacer mi honor. Y como Rey de Francia vuestra promesa debéis hacer cumplir, ante la corte y ante Dios.”

Y respondió el Rey: “Así mi promesa se ha cumplida, y yo te las doy, si bien mal donadas.” -Es decir, se las daba contra su voluntad.-

Desde entonces Hernán Pérez de Aldana, tomando la frase del Rey Felipe I de Francia, cambió su apellido por el de Maldonadas, derivando a Maldonado, y comenzó a llevar en sus armas las cinco flores de lis otorgadas (en campo de gules cinco flores de lis de oro puestas en sotuer). Sus descendientes directos conservaron dicho apellido y armas, pero sus parientes continuaron apellidándose Aldana y portando el escudo de dicho linaje.
Escudo de armas de Maldonado de Cáceres.

En otra versión el escudo real francés trae ocho flores de lis pidiendo el noble Aldana le conceda tres de las ocho, quedando desde entonces las armas de los Borbones con tres flores de lis.


Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.


Escrito por: Jesús Sierra
Bibliografía: Crónicas Antiguas.
                       Enciclopedia Heráldica y de
                       Genealógica.                      
                       Genealogía del Linaje Aldana.
                       Francisco Acedo

viernes, 12 de octubre de 2012

La leyenda de la Princesa Encantada


Si en otra leyenda ya expliqué porque el patrón de Cáceres es San Jorge, recordemos por caer el día de la reconquista de la Villa de Cáceres el día 23 de abril, hoy relataré la leyenda de dicha reconquista, también llamada la leyenda de la Princesa Encantada.
Dibujo de una Princesa Mora (Foto de Internet)

            En el siglo XIII d.C., después de varios intentos frustrados en años anteriores, la reconquista de la península iniciada por Alfonso IX de León le llevaba nuevamente ante las puertas de la gran ciudad amurallada de Qazris. Es el año 1229 y tras varios meses de asedios de la ciudad una comitiva de parlamento encabezada por un aguerrido capitán a lomos de un caballo zaino, junto con algunos de los más nobles acompañantes del rey Alfonso IX avanza desde el campamento cristiano situado en la Sierra de la Mosca hacia una de las puertas de la ciudad, la puerta del rio (hoy Arco del Cristo). Junto al estandarte real portado por un heraldo ondea al viento una bandera blanca. La gran puerta se abre y una escolta de cien lanceros moros a caballo sale al encuentro de la embajada. Es conducida dentro de la ciudad y llevada al alcázar (donde hoy se halla el Palacio de las Veletas) y en una gran estancia son recibidos por el Caíd almohade de la ciudad y sus mandatarios.

Palacio de las Veletas, Cáceres.

            Tras las presentaciones pertinentes le hacen entrega de un documento con el sello real, en ella el rey Alfonso IX le da un ultimátum al Caíd de la ciudad. La misiva es leída en voz ante todo y tras lo pertinentes saludos reza así: 

“… y son ya varios meses lo que vuestra ciudad lleva bajo asedio y continuos ataques, mis huestes os superan en número y cada vez mas guerreros cristianos acuden a mi llamada. Tu pueblo está cansado, empieza a mostrar síntomas de hambruna y temor, por eso os ofrezco un camino franco hacia la frontera si abandonas a nuestra suerte la ciudad y las armas…. Así lo dispongo Alfonso IX rey de León y Galicia por la gracia de Dios…”

El Caíd sabiendo que su ciudad con un perímetro de muralla de 1175 metros y jalonada con 22 torres albarranas además de otras interiores era infranqueable, responde con soberbia y altanería a la propuesta del monarca:
“Decidle a vuestro rey que no verá ondear su estandarte en nuestras torres, y que esta ciudad nunca será cristiana. Levantad el asedio y marchad hacia vuestros hogares o pereced en el intento.”

Plano del recinto amurallado de Cáceres.(F.I.)


Pero en la sala además de los mandatarios del Caíd, en una de las naves laterales se hallaba presente en un suntuoso reclinatorio una joven de aterciopelados ropajes, brillante tiara y velo de seda que dejaba entrever unos bellos ojos negros. Era la hija del Caíd, la más bella de las Princesas moras, y la debilidad de su padre. Mientras era leído el documento, ella había cruzado miradas con un apuesto y joven capitán que acompañaba a la embajada cristiana. Se había prendado de él, y él le había correspondido a ese incipiente amor. Cuando partía, una de las jóvenes doncellas de compañía de la princesa se acercó al capitán cristiano y con mucha discreción le hizo entrega de un pañuelo de seda, el joven guárdaselo en su coraza y abandonó junto con la comitiva parlamentaria la ciudad amurallada.

De vuelta al campamento se reunieron con el rey y le comunicaron la decisión del arrogante Caíd, a lo que el rey respondió:
“Por Dios que esta ciudad será cristiana y en la torre más alta de la fortaleza un león ondeará.”

El joven capitán una vez en su tienda, sacó el bordado pañuelo seda, y envuelto en el halló una nota: “Al caer la noche dirígete solo a la fuente que se halla cerca de las huertas que hay fuera de la muralla, allí enséñale el pañuelo a la persona que encuentres y bajo juramento de no revelar el secreto, te acompañaran a mi presencia.” Su corazón se aceleró de pasión.

Muralla y Torre de los Pozos, Cáceres.

Al caer la noche cual ladrón en la penumbra se dirigió al lugar indicado, allí les esperaba una de las damas de compañía de la princesa, mostró le el capitán el pañuelo y prometiendo bajo juramento no revelar el secreto, como indicaba la nota, se dispuso a seguir a la doncella. Tras unos minutos andando se pararon, y oculta tras unas malezas descubrió la doncella una enrejada puerta, la cual abrió con una llave que portaba, y a la luz de una vela un estrecho pasadizo se iluminó. Era una de las numerosas galerías subterráneas que recorrían la ciudad, y llevaba por nombre callejón de Mansa Alborada o Mansaborá. El joven capitán se adentro tras la dama y recorriendo la sinuosa galería subterránea llegó a los sótanos del alcázar y desde allí fue conducido a los aposentos de la princesa. Donde los encantos de la bella princesa deslumbraron al capitán cristiano.
“Venid mi amado capitán, por vos palpita mi corazón y brillan mis ojos, por vos suspiro y gozo, por vos y para vos soy.” Y fundieron se en uno solo.
Desde entonces, noches tras noches la princesa enviaba a una de sus jóvenes damas para facilitarle al capitán cristiano el acceso a sus aposentos, siempre bajo la promesa de no desvelar la existencia de la entrada secreta, y a luz de unas tenues velas solos los dos, daban rienda suelta a su joven amor. Una de esas noches después de jurarse amor eterno, la princesa le hizo entrega al mancebo cristiano de la llave del pasadizo:
“Te entrego la llave del pasadizo como símbolo de mi amor, mas deberás jurarme que el secreto nunca revelarás y todas las noches a mi cama acudirás.”
Y juró el capitán que así seria y despidiéndose de su amada se citaron para la siguiente noche.

Puerta romana del Rio o del Cristo, Cáceres.

 Mientras, pasaban los días y el sitio a la ciudad no daba los resultados previsto al ejército cristiano, aquello se alargaba en demasía. La moral del ejercito decaía, demasiados meses de asedio que no hacían mella en la ciudad amurallada. El joven capitán no sabía qué hacer estaba entre la espada y la pared, entre el amor y su honor de caballero del rey. Y aunque había jurado que a nadie revelaría el acceso oculto al alcázar, pidió ser recibido en la tienda real y a solas con el rey, bajo palabra de perdón, le relató todos los hechos acaecidos. Y al terminar al rey le dijo:
“Solo una cosa os pido mi buen rey, que si por vos la ciudad es tomada, desposarme  yo deseo con mi amada, mas princesa mora es, mas cristiana de corazón yo la haré.”
A lo que el rey le respondió: “Por mi palabra, que así se hará. Y testigo de vuestro enlace yo seré, y por vuestros favores como dote, riquezas y tierras os otorgaré. ” 
Hizo llamar después a todos sus capitanes para urdir el plan de asalto. Así la noche del 22 de abril del año 1229 de nuestro señor Jesucristo, mientras una fuerza cristiana simulaba un ataque en un flanco de la muralla, como maniobra de distracción, una pequeña fuerza de elite se adentraría con el aguerrido capitán en la ciudad por el callejón de la Mansaborá, y con sigilo llegarían a la puerta más al norte de la muralla la llamada puerta de Coria y posteriormente del Socorro. Y una vez abierta, encenderían hogueras como señal para que las mesnadas del rey Alfonso IX, ocultas fuera de la muralla, al amparo de la noche asaltaran por sorpresa y tomaran la ciudad. 

Plazuela del Socorro.Cáceres.

Cuando el Caíd se enteró de la traición de su amada hija entró en cólera:
“Hija mía como pudiste traicionar a la sangre de tu sangre, a quien te engendró la vida, ¿porqué, porqué? Yo que de riquezas y joyas te colmé, que nunca te faltó cariño y afecto, ¿porqué, dime porqué?
“Traiciono me el corazón padre, por amor y solo por amor a un joven capitán cristiano.” –Respondió ella con lágrimas en sus ojos.-
El Caíd iracundo la maldijo:
“Permita Alá, que mal fin tenga tu cuerpo. Yo te maldigo hija de mi sangre, que tu alma y quienes te ayudaron vaguen eternamente por estas tierras y no descansasen en paz. Así ha de ser hasta que Qazris vuelva a ser musulmana.” 
Y la arrojó junto a sus doncellas a los pasadizos del alcázar, desapareciendo desde esa noche, y desde entonces, la princesa encantada y sus doncellas salen en la noche de San Juan, a recorrer la ciudad antigua convertida ella en gallina y sus sirvientas en doce polluelos, recamadas en oro, que pían y cacarean desconsoladas por amor, y así esperan el fin de su conjuro.

Calle de la Monja, Cáceres.

            El 23 de abril de 1229 d. C., festividad de San Jorge, mientras el joven capitán buscaba sin fortuna a su amada princesa por toda la ciudad, Alfonso IX, monarca del reino de León y de Galicia, mandaba ondear su bandera en la torre más alta de la villa, tal como había prometido, conquistando definitivamente la ciudad e incorporándola al reino de León como Villa libre y no de señorío.
En la actualidad, esta leyenda inspira una tradición en la noche de San Jorge; la busqueda de la gallina; en la que participan niños y mayores después de la también tradicional quema del dragón. Y quien logra encontrarla en las calles de la ciudad antigua recibe como recompensa premios en dinero y regalos.

Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.

Un apunte más, desgraciadamente la llamada puerta de Coria o del Socorro fue mandada derribar en 1879 por cuenta de D. Joaquín Muñoz Chaves, senador, diputado y decano del colegio de abogados de Cáceres, que alegó: "que no tenía mérito artístico ninguno y era un depósito de suciedad incompatible con la buena higiene de la ciudad."  Y posteriormente en 1998, el arco almohade que daba acceso al callejón de Mansaborá fue derribado por orden del Ayuntamiento. Como esto muchos otros monumentos fueron derribados y sus piedras reutilizadas, siempre con el beneplácito de las autoridades gobernantes, pero esto se merece un capitulo aparte.

           
            Escrito por: Jesús Sierra

            Fuentes: Simón Benito Boxoyo
                 Publio Hurtado
                 Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros
                 Francisco Acedo
                             C.C.V. de Cáceres

viernes, 5 de octubre de 2012

La leyenda de la Virgen de Guadalupe de Cáceres

Nos situamos en el siglo XIV, el protagonista de nuestra leyenda es Gil Cordero, natural de la Villa de Cáceres y de profesión vaquero.
Virgen de Guadalupe de Cáceres (Foto de internet)

            Gil Cordero, acostumbraba a pastorear sus vacas junto con otros pastores de la tierra en la zona de la Sierra de las Villuercas. Un día del año de 1326 de nuestro señor Jesucristo, terminada la jornada diaria de pacer de las vacas, al ir a reunir el rebaño y hacer el recuento de sus vacas blanca cacereñas, se dio cuenta que le faltaba una de sus preciadas vacas. Preocupado pues las vacas que criaba y cuidaba eran de su propiedad y su medio de vida, salió presuroso en su busca.
Vista de Guadalupe (Foto de Juan Alvarez)

            Tres días anduvo buscando la res extraviada por toda la sierra sin encontrar rastro alguno, y cuando ya volvía de regreso dando por perdida la vaca, paró para descansar y saciar su sed en la ribera del rio Guadalupe (palabra de origen árabe) cerca de la sierra de Altamira (Cáceres), y al levantar la vista de nuevo, a lo lejos entre la vegetación pudo distinguir la res perdida. Raudo se acercó hacia ella hallándola tumbada sin signo alguno de magulladuras ni heridas en su piel, pero señales de vida tampoco el vaquero halló, muerta la vaca yacía. Como no sabía la razón de su muerte (pudiera ser por envenenamiento) la carne ya no le sería útil, pero si podría aprovechar su piel. De su vaina sacó un cuchillo para desollarla y cuando se disponía para practicarle una incisión en forma de cruz en el pecho del animal, como era costumbre entre los matarifes, la vaca se levantó, vivía. El vaquero no daba crédito a dicho suceso, temeroso y extrañado retrocedió unos pasos, y ante mayor asombro un rayo de luz le cegó por unos instantes, y al volver a mirar distinguió la figura aparecida de una mujer que le miraba con dulzura y amor, y así le habló:

“No temas pues María Santísima madre de Dios soy, y ante ti me aparezco de buena fe, toma tu vaca y reúnela con las otras pues sana y viva esta por gracia de Dios. Vuelve con ellas a tu Villa y divulga entre todos el milagro que aquí has presenciado  –el pastor cacereño, arrodillado escuchaba atónito las palabras de la Virgen-  y a los clérigos y ministros de la fe cristiana diles, que yo te he enviado para que junto a ti vengan a este lugar, pues aquí debajo de estas piedras donde encontraste muerta a tu vaca, me hallo en imagen. Y cuando me saquen de mi entierro diles, que ni me muden ni me lleven de este lugar, que aquí mismo me hagan una casilla para refugiarme y con el tiempo una iglesia edifiquen en dicho lugar donde el pueblo de mi hijo podrá venir a rezar y ofrecer adoración, y por tal devoción, milagros se obrará a ruegos míos. Así  házselo saber.”

El vaquero temeroso y tímido, santiguase primero y le respondió:

“Mi señora María Santísima, alabado sea tu nombre, y tu palabra tal como me la has desvelado divulgaré por todos los lugares, mas pastor y hombre humilde soy, y si así de palabra he de hablar, por loco o hechizado mis gente me han de tomar.”

“No temas, -le dijo de nuevo la imagen aparecida-  pues en el momento que mis palabras por ti sean pronunciadas ante todos, otro milagro yo realizaré  dando fe de la veracidad de dichas palabras, así será por obra y gracia de Dios Jesucristo, hijo en mi concebido. Ve pues, y cumple mi voluntad.”


Lienzo que escenifica la aparición de la Virgen a Gil Cordero.


            Y tras decir estas palabras la imagen se desvaneció. Presto el vaquero, agarró su vaca y tomo dirección hacia la villa a cumplir la buena nueva.

Día y noche sin descanso anduvo, y cuando por fin llegó a la Villa de Cáceres, al Cabildo y a los clérigos reunidos relató lo que en la Sierra le había sucedido, mas como había dicho no le creyeron y por loco fue tomado: “Loco, -decían unos- sacrílego, -otros-.”

Hasta el mismo párroco de su colación, le recriminó:

“Déjate de sandez y ve a tu casa pues tu hijo pequeño falleció esta mañana al despuntar y sepultura la van a dar.”

            El pastor al enterarse de tan trágica noticia, corrió desesperado hacia su casa y al entrar encontrase a su mujer, Mencía, llorando ante el cuerpo yaciente de su hijo. El pastor con los ojos llorosos y arrodillado, pero con gran devoción y fe, ante el cuerpo de su hijo, invocó a la Madre de Dios:

            “Virgen Santísima, esclavo tuyo soy y fiel cumplidor de tu palabra, mas nadie creyó lo que dispusiste, perdóname, y no te lleves ante ti por mis pecados a mi pequeño hijo. Obra ahora tu milagro, resucita a mi vástago, como nuestro Señor todopoderoso Jesucristo resucitó a Lázaro, y yo te serviré hasta el fin de mis días.”

Y cuando los clérigos vinieron a llevarse el cuerpo para sepultarlo, ante todos los allí presente, el milagro se produzco y el niño resucitó, como recién despertado de un apacible sueño y así a su padre le habló:

“Padre ruego me lleves donde la Madre de Dios se te apareció, que darle gracias y rezarle quiero.”    

Muchos presentes quedaron estupefactos, otros se santiguaron y comenzaron a rezar y voces se oyeron gritar:

"¡Milagro, milagro, el Señor ha obrado un milagro!"

Pronto la noticia recorrió toda la villa y los alrededores. Y todos creyeron los mandatos dados por la Virgen al pastor, ante el milagro ahora obrado.

Y guiados por el pastor hacia las Sierra de las Villuercas fueron en profesión, clérigos, autoridades y gentes de toda clase social, y allí cerca del rio Guadalupe en el lugar indicado:

          “He aquí el lugar”- Dijo el vaquero y comenzaron a excavar y a pocos metros bajo tierra hallaron dentro de un antiguo sepulcro de mármol, una imagen incorrupta de Nuestra Señora Santísima, tal como ella al vaquero le había manifestado. -

           "El milagro se ha cumplido, recemos y cumplamos su voluntad,"- Gritaron los clérigos.-
Pastor y clérigos de Cáceres descubren la Imagen de la Virgen.
Lienzo de Juan de Santa María, siglo XVII.
La imagen era una pequeña talla de una Virgen morena con un niño en madera de cedro. Junto con la imagen hallaron una campana, joyas, piedras preciosas y un manuscrito con la historia de la Sagrada Imagen. Según éste, la imagen fue obra del mismísimo evangelista San Marcos en siglo I, que a su muerte fue enterrado con ella, ya en el año 590 en Roma, el Papa Gregorio Magno se convierte en un gran devoto de la imagen, poco después es traslada a Sevilla como regalo de dicho Papa al arzobispo San Leandro y allí estuvo hasta la invasión árabe en el 711; en el año 714 unos clérigos que huían de Sevilla por culpa de la invasión se llevan consigo reliquias eclesiásticas y la imagen, que enterraría poco después en la ribera del rio Guadalupe para protegerla de los sarracenos y así estuvo enterrada 600 años. En honor al lugar donde fue hallada la imagen se llamó Santa María de Guadalupe.
Imagen de la Virgen de Guadalupe de Cáceres
 sin sus ropajes. (Foto de internet)


Allí mismo como pidió la Virgen María se construyó la primera ermita, pequeña, pobre y humilde, que se convirtió en lugar peregrinaje. Peregrinos tan ilustres como los Reyes Católicos, Carlos V, Miguel de Cervantes, Cristóbal  Colón, Hernán Cortés o Santa Teresa de Jesús mostraron su devoción a la Virgen de Guadalupe.

El vaquero Gil Cordero permaneció en dicho santuario hasta su muerte, tal como había prometido a la Virgen, allí fue enterrado y se cuenta que su cuerpo cuando fue trasladado a la Capilla Mayor, aun se conservaba entero, habían pasado 270 años desde su entierro. Fue el primer poblador de la Villa, y por mandato del Rey Alfonso XI, que viendo el estado ruinoso de la ermita, comienza a la construcción del Real Monasterio de Guadalupe corría el año 1340 d. C., será llamado desde entonces Don Gil de Santa María de Guadalupe.
Portada del Monasterio de Guadalupe de Cáceres (Foto de Rafa Baena)


La Virgen de Guadalupe es Patrona de Extremadura desde 1907, año que el Papa Pío X declaró su patronato y Reina de las Españas o de la Hispanidad desde el 12 de octubre (fecha que conmemora el descubrimiento de América) de 1928.

En Cáceres en la popular calle Caleros, se halla la Ermita del Vaquero, lugar donde nació, vivió y se produjo el milagro de Gil Cordero. La edificación actual fue levantada en el siglo XVII, anteriormente existió en dicho lugar un prostíbulo, hasta que Juan de Sande, presidente del Consejo de Hacienda lo adquirió. El templo se consagró a Santa María de Guadalupe el 11 de diciembre de 1668.

Ermita del Vaquero en Cáceres.

Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.

Escrito por: Jesús Sierra

Fuentes: I. Acemel
               G. Rubio
               Simón Benito Boxoyo
               Antonio Bueno flores
               Francisco Acedo