sábado, 6 de diciembre de 2014

La aventura del extremeño Juan de Vera en la Alhambra Nazarí.

Para conocer esta historia nos trasladaremos a la España cristiana del siglo XV, a la época de los Reyes Católicos, cuando estos estaban a punto de concluir la reconquista cristiana de la península con la toma definitiva de Granada.

La Alhambra en 1707. Grabado de Peter Vander AA

Pero, antes que Isabel y Fernando reinaran, en aquellos tiempos ostentaba la corona de Castilla Enrique IV, que mantenía una relaciones cordiales y tolerantes con el emir del Reino de Granada Abu Nasr Sad (más conocido en las crónicas castellana como Ciriza). Mediante esta tregua, Granada se convertía en un estado vasallo y tributario de Castilla, a la que pagaba por ello elevadas sumas de parias. Pero con la muerte del emir de Granada, su sucesor e hijo Muley Hacén, hombre aguerrido y más batallador que su antecesor, aprovechando la debilidad por la que pasaba Castilla debido a las tensiones políticas internas que existían por la sucesión de Enrique IV, en el año 1466 rompe la tregua, y comienza a realizar continuas razias llevando la incertidumbre y el miedo a la frontera castellana.

En 1474 muere en Madrid Enrique IV, su hermana Isabel “la Católica” se autoproclama reina de Castilla en el alcázar de Segovia y envía cartas de vasallaje a todas las ciudades de Castilla. Mientras, otra parte de la nobleza castellana proclama a su vez como reina a Juana “la Beltraneja”, hija legítima de Enrique IV, que pide apoyo y auxilio a su tío el rey de Portugal Alfonso V, con quien después es obligada a casarse en Plasencia (Cáceres). Comienza entonces una guerra civil entre las dos princesas y sus facciones por el trono de Castilla, guerra que duraría cinco años.

               Isabel I                              Juana "La Beltraneja"

Entretanto en el reino de Granada las cosas para Muley Hacén tampoco andaban bien, numerosas revueltas se habían alzado contra él promovidas principalmente por el alcaide de Málaga. Tras varios años de sublevaciones y luchas de poder, el emir decide pedir ayuda al reino de Castilla solicitando una nueva tregua.

Hallaban se los Reyes Católicos en la ciudad de Sevilla cuando una embajada del Reino Nazarí llegó a las puertas de la ciudad solicitando audiencia con los monarcas. Conducida la delegación a la sala del trono, el heraldo anunciaba su presencia a la corte real, el silencio se hacía presente en la sala cuando entraron aquellos sarracenos que cubrían sus cabezas con unas bandas a modo de turbantes, e iban ataviados con ropajes de seda y algodón de vivos colores,y en sus cintos portaban espadas jinetas (armas cortas y delgadas), dagas de orejas, y adargas a la espalda (que eran unos escudos ligeros de cuero en forma de doble judía). Al acercarse al trono donde se hallan sentados Isabel y Fernando, ponen rodilla en tierra, y aquel que parecía el más curtido y veterano en batallas, exponiendo sus credenciales se dirigió con respeto a los monarcas:

“Reyes de Castilla, en el nombre de Dios clemente y misericordioso, que él bendiga a nuestro señor Mahoma y a su familia, y al siervo de Dios y príncipe de los muslimes Muley Hacén, gran emir del Reino de Granada y de su contorno de tierras musulmanas, que mediante esta embajada os muestra sus respeto y admiración. Y os ofrece en virtud de tiempos pasados, pactar una tregua entre ambos reinos hermanos.”- Y sacando una carta que llevaba en una bolsa se la ofrece a los monarcas con ambas manos.-

Vestimentas nazarí (F.I.)

Uno de los capitanes cristianos recoge la misiva y se la entrega a doña Isabel. –“Mi reina.”-
Isabel rompe el sello real nazarí y lee detenidamente la carta. Al terminar se la entrega al heraldo de la corte que hace pública exposición ante los allí presente. Concluida su lectura, el rey Fernando se levantó y habló:

“Id y decidle a vuestro señor, que pronto enviáremos a un embajador a Granada con las condiciones de la tregua.”

Redactadas aquellas palabras por escrito, firmadas y selladas por los monarcas, se la entregaron a la embajada nazarí que partió de inmediato hacia Granada.

Tiempo después, los reyes convocaron un cónclave entre sus consejeros y capitanes, en el cual decidieron aceptar la propuesta del emir. Para encabezar aquella embajada mandaron llamar al noble extremeño don Juan de Vera, caballero de porte y muy noble presencia, que estaba a las órdenes de don Fadrique de Toledo lugarteniente de los Reyes Católicos.

Escudo de los Vera /F.I.)

Juan de Vera era comendador de Calzadilla en la orden de Santiago y Capitán Mayor de la frontera de Portugal. Juan había contraído matrimonio años antes en Cáceres con Constanza de Monroy, hermana de don Fabián de Monroy, señor de dicha villa. Una de las hijas del matrimonio, doña Francisca de Mendoza, casó en Mérida con Diego de Cáceres Ovando, hijo primogénito del gran Capitán Diego de Cáceres Ovando, principal baluarte de Isabel “la Católica” en Extremadura.
  
Corría ya el año 1478 cuando Juan de Vera portando las disposiciones de los reyes partió hacia Granada con una pequeña pero muy distinguida comitiva. En ellas, Isabel y Fernando, aceptaban la tregua a cambio que el reino de Granada pagara cada año las parias de dinero y cautivos que acostumbraban a pagar a los reyes de Castilla.

Su llegada a Granada aunque esperada, levantó gran curiosidad y expectación entre sus habitantes del reino. Fue recibida la embajada en la sala más suntuosa y decorada de la Alhambra, el salón de los embajadores. Allí ante el mismísimo Muley Alhacén al cual acompañaban sus más altos representantes del reino nazarí, Juan de Vera expuso las exigencias de los reyes.

Salón de los Embajadores (F. Junta Andalucía)

Al concluir el extremeño su exposición, el emir Muley Alhacén airado ante aquellas palabras, respondió con arrogancia y desprecio:

“Id, y decid a vuestros soberanos, que ya murieron los reyes de Granada que pagaban tributo a los cristianos, y que Granada no se labra ya oro para las parias, sino alfanjes e hierros de lanza contra nuestros enemigos.” 

Con aquellas palabras aun retumbando en los oídos del comendador, partió de nuevo la embajada de regreso a Sevilla. Cuando llegaron, Juan de Vera se presentó de inmediato ante los reyes con la respuesta del emir.

Con indignación escucharon los reyes aquella negativa del rey nazarí a pagar las parias, pero aun así aceptaron con sumisión la tregua, pues debían centrar todos sus recursos y tropas en la guerra que mantenían con Portugal, y añadir un nuevo enemigo al campo de batalla traería grandes pérdidas y mortandad a una Castilla en guerra civil.

La decisión no sentó nada bien al rey don Fernando que ante aquella afrenta exclamó con gran ira: “Yo arrancaré los granos a esa Granada uno a uno.”

A lo que Isabel le respondió templándo sus ánimos: “Tiempo mejores habrá Fernando para la venganza.”

Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. (F.I.)

Tan solo un año más duraría la guerra con Portugal, pues la superioridad militar de los Reyes Católicos acabaría derrotando al rey Alfonso V. La batalla definitiva se libró a orillas del rio Albuera (Badajoz) donde el Maestre de la Orden de Santiago, Alonso de Cárdenas, vencía a las tropas portuguesas mandadas por el obispo de Évora, García de Meneses que capitularían en el Tratado de Alcáçovas, en el cual se firmaba la paz entre ambas naciones, exigiendo además la reina Isabel la renuncia de Juana al matrimonio con Alfonso y su ingreso como monja en el convento de Santa Clara de Coímbra.

En el año 1480, terminada la guerra civil castellana y asentada la reina Isabel I en el trono de Castilla, comienza a fraguarse la idea definitiva de los Reyes Católicos de reinar en una España unificada y cristiana, pero para ello aún quedaba por conquistar un último bastión del Islam, Granada.

Batalla de Toro entre Castellanos y Portugueses 1476 (F.I.)

Reinician entonces la guerra contra el Reino Nazarí, guerra de desgaste que concluiría en el año 1492. En ella los Reyes Católicos van utilizar en su beneficio las luchas intestinas en que se hallaba inmerso el reino de Granada por la sucesión; el apoyo de los abencerrajes, uno de los linajes nazarí más ilustres, influyentes y valerosos, que en sus continuas luchas e intrigas por acceder al poder desestabilizaron y debilitaron el reino; y también los Reyes Católicos van a contribuir a esa desestabilización proporcionando ayuda a los distintos soberanos nazaríes, unas veces a el emir Muley Hacen (Abú I-Hasan) y su hermano El Zagal (El Valiente) y otras al hijo de Muley Hacen, el emir Muhammad XII, más conocido como Boabdil, el más beneficiado y perjudicado al final.

Reino de Granada en el siglo XV (F.I.)

            En una de esas continuas luchas por el poder batallaban las tropas de Boabdil contra las de su tío El Zagal, y hallándose este último acorralado y en desventaja en la Alhambra, pidió auxilio en la frontera cristiana a don Fradrique de Toledo, al que propuso una alianza con Castilla más ventajosa que la que habían pactado con Boabdil. Don Fradrique que tenía órdenes del rey don Fernando de sembrar la discordia entre los soberanos nazaríes, mandó a negociar con El Zagal de nuevo al extremeño Juan de Vera, que había estado sirviendo valerosamente en la guerra contra Portugal.

El Zagal con sus trofeos de guerra. (F.I.)

            Volvió a entrar por la puerta de Elvira de Granada el noble y devoto caballero cristiano. Su porte formidable de brillante armadura, hábito de Santiago y espada bastarda en cinturón de doble vuelta, montando en un caballo negro azabache, levantaba el recelo entre los habitantes en una ciudad en continuas guerras. Conducido por la guardia palatina a la Alhambra es recibido con honores por El Zagal y agasajado espléndidamente como a un rey. 

Aquel suntuoso trato a un cristiano en tiempos de guerra contra el reino de Castilla no sentó nada bien a algunos fanáticos soldados nazaríes, que fuera de la vista de El Zagal increpaban y provocaban por palabras y hechos al embajador extremeño, que siendo un invitado calmaba su fogosidad bélica y sus impulsos de respuesta.

Murallas de Granada en 1707. Grabado Peter Vander AA

Andaba paseando Juan de Vera por los jardines, cuando se le acercaron unos soldados de palacio, uno de ellos empezó a maldecir y blasfemar sobre Jesucristo y su madre María, entre aquellas palabras despotricaba entre risas sobre la supuesta virginidad de María.

“Mira que venerar los cristianos a esa tal María… que fue engendrada por una paloma…y que dicen que es virgen después de haber parido…ja jajá.”

“Ja jajá”- Reían también el resto de los soldados.-

El devoto caballero cristiano al escuchar aquellas blasfemias, aquel ultraje a su fe, no se pudo contener más e increpó al soldado exigiéndole que se retractara y pidiera perdón por sus palabras.

“Tus palabras ofenden mi fe, y te pido de buena voluntad como invitado de tu emir que soy, que te retracte de ellas y pidas perdón a mi Dios, o acates las consecuencias de tus ofensas.” –Exhortó Juan de Vera.-

A lo que el envalentonado nazarí mirando a sus compañeros respondió: “Perro cristiano, oblígame si puedes.”

Aquella respuesta desencadenó la ira y fervor del extremeño que desenvainando su espada de mano y media partió en dos de un solo tajo la cabeza del provocativo e insolente soldado.

 La sangre salpicó a todos a los que allí se hallaban, los soldados que le acompañaban aterrorizados ante aquella escena dantesca a la vez que desenvainaban sus espadas gritaban ímpetu: “Guardias, guardias.”

Las irrespetuosas palabras de un soldado habían derivado en un combate desigual en los majestuosos jardines de la Alhambra. El resplandor de los alfanjes se mezclaba con el rugir del choque de los aceros y los gritos de los soldados nazaríes implorando al profeta. “Guardias, por Alá…”

Palacio de la Torre de las Damas (F. Junta Andalucía)

El valiente caballero extremeño se defendía con el ardor de su fe y su bravura de las cada vez más espadas nazaríes que se dirigían hacia su pecho. El altercado llegó a oídos de El Zagal que raudo se presentó en los jardines a restablecer el orden y abriéndose paso entre sus soldados llegó a donde se batía aun con gran entereza Juan de Vera.

“Guardias, por Alá os ordeno que paréis de luchar –gritó exaltado a sus soldados- este caballero cristiano es mi huésped y como tal se le debe tratar. Cesad de inmediato.”

Todos pararon. “Por favor, Juan- dijo El Zagal acercándose a él- guardad vuestra espada.”

Y así lo hizo el cristiano, y tras aclarar los hechos allí acaecidos, mandó El Zagal castigar con azotes y cárcel a los soldados aún vivos que habían provocado la trifulca.

Soldado nazarí,de Felipe Bigarny (Capilla Real, Granada)

Pero aquellos hechos no tardaron en difundirse por toda la ciudad, un cristiano había derramado sangre nazarí en el recinto sagrado de la Alhambra, incluso creían que era un infiltrado, la cabeza de punta de una ejército para tomar el alcázar desde dentro, el populacho se alzó en armas ante tales acontecimientos. El Zagal teniendo por la seguridad de su invitado, se apresuró a ponerle a salvo, le proporcionó ropajes nazaríes para pasar desapercibido y le entregó uno de sus caballos más veloces para poder huir de Granada.

“Huye cristiano y no olvides decirle a tu señor, que ha sido El Zagal quien te ha salvado, que Alá te proteja.”

Partió de inmediato el extremeño atravesando no sin dificultad la turba de gente, y corriendo a toda brida ganó el campo de batalla reuniéndose de nuevo con don Fadrique, al que ya sosegado le contó su aventura en tierras de Granada. Don Fadrique de Toledo escribió una carta al Zagal agradeciéndole su generoso comportamiento con don Juan de Vera.

Informada la reina doña Isabel del arrojo y de los peligros que le habían acaecido al extremeño en defensa de la fe cristiana, amiga de premiar siempre las acciones heroicas de sus caballeros, le hizo merced de trescientos mil maravedís.

La rendición de Granada de F. Pradilla

            En enero de 1492, tras de diez años de guerra por el reino de Granada, mientras en lo más alto de la torre de la Vela en la Alhambra ondeaba la enseña de Castilla, a las puertas de Granada su último emir Boabdil el Chico, hacia entrega de las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos, doña Isabel y don Fernando, poniendo fin al dominio musulmán en España iniciado en el año 711.

            Mas leyendas son, así te las he contado. Gracias y hasta la próxima.


            Escrito por: Jesús Sierra Bolaños
            Fuentes Consultadas:
            -“Crónica de los muy altos y esclarecidos Reyes Católicos 
             Don Fernando y Doña Isabel.” Fernando del Pulgar.
-“Crónica de la Conquista de Granada.” Washington 
  Irving
            -“Historia general de España. Tomo VI” Modesto 
              Lafuente
-“En la frontera de Granada.” Juan de Mata Carriazo.
-“Nobiliario de Extremadura Vol. VIII.” Adolfo Barredo 
  de Valenzuela y Ampelio Alonso-Cadenas López.
-“Nobiliario de los reinos y señoríos de España.” Francisco 
  Piferre

-“La casa de Ovando.” José Miguel de Mayoralgo y Lodo